De inteligencia superdotada, y provisto de una enorme y enfermiza curiosidad, Goethe fue casi de todo: empresario teatral, crítico, periodista, político, diplomático, pintor, pedagogo, filósofo, historiador, libretista de ópera, hizo algo más que pinitos en las ciencias y finalmente fue novelista, memorialista, dramaturgo y poeta. Dotado de una fabulosa inteligencia y de un ejemplar equilibrio espiritual -conseguido mediante una rigurosa disciplina-, se convirtió en vida en el paradigma de un cierto ideal europeo basado en la cultura y en la curiosidad universal.
OBRAS
- El capricho del enamorado (1767)
- Los cómplices (1768)
- Götz von Berlichingen (1773)
- Las desventuras del joven Werther (Die Leiden des jungen Werther, 1774)
- Clavijo (1774)
- Stella (1775)
- Ifigenia en Táuride (1787)
- Egmont (1788)
- La selva negra (1789)
- Torquato Tasso (1790)
- Elegías romanas (Römische Elegien, 1795)
- Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (Wilhelm Meisters Lehrjahre, 1796)
- La novia de Corinto (1797)
- Hermann y Dorothea (1798)
- Fausto, Primera Parte, (1807)
- Las afinidades electivas (Die Wahlverwandtschaften, 1809)
- Poesía y verdad, Parte I (Aus meinem Leben: Dichtung und Wahrheit), autobiografía (1811)
- Viaje a Italia (Italienische Reise, 1816)
- Diván de Oriente y Occidente (Westöstlicher Diwan, 1819)
- Los años de peregrinaje de Wilhelm Meister (Wilhelm Meisters Wanderjahre, oder Die Entsagenden, 1821)
- Elegía de Marienbad (Marienbader Elegie, 1823)
- Fausto, Segunda Parte, póstuma (1832)
- Poesía y verdad, Parte II (Aus meinem Leben: Dichtung und Wahrheit)
Johann Wolfgang von Goethe
A la luna
¡Oh tú, la hermana de la luz primera,
símbolo del amor en la tristeza!
Ciñe tu rostro encantador la bruma,
orlada de argentados resplandores; Tu sigiloso paso de los antros
durante el día cerrados cual sepulcros,
a los tristes fantasmas despabila,
y a mí también y a las nocturnas aves.
Tu mirada domina escrutadora
y señorea el dilatado espacio.
¡Oh, elévame hasta ti, ponme a tu vera!
No niegues a mi ensueño esta ventura;
y en plácido reposo el caballero
pueda ver a hurtadillas de su amada,
las noches tras los vidrios enrejados.
Del contemplar la dicha incomparable,
de la distancia los tormentos calma,
yo tus rayos de luz concentro, ¡oh luna!,
y mi mirada aguzo, escrutadora;
poco a poco voy viendo los contornos
del bello cuerpo libre de tapujos,
y hacia él me inclino, tierno y anhelante,
cual tú hacia el de Endimión en otro tiempo.